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VENENOS DISRUPTORES ENDOCRINOS (Segunda parte)

01 Jul 19 - 10:00

VENENOS
 
DISRUPTORES ENDOCRINOS

Segunda parte




Por si todo esto no fuera suficiente, en la primera década del siglo XXI nos topamos con la noticia de que los catéteres de los dispositivos médicos transmiten bisfenol A (BPA), un plastificante que también es disrruptor endocrino. Pues bien, también está presente en las tetinas de los biberones.

Más adelante, el problema adquiere una perspectiva completamente diferente cuando nos damos cuenta de que el bisfenol A se encuentra en los envases de plástico para alimentos, los revestimientos internos de las latas de conservas y de refrescos y que migra con facilidad a los aceites, salsas, margarinas, platos preparados que contienen grasas… También podemos absorberlo a través de la piel cuando tocamos tickets de compra o recibos de las tarjetas de crédito.

Con respecto a los ftalatos, otros disruptores endocrinos, los encontramos en medicamentos, cosméticos, film transparente, detergentes, juguetes, juguetes sexuales, etc.

Los ftalatos pueden representar más del 50% del peso de artículos de PVC blando como los manteles o las cortinas de ducha. Los encontramos en miles de productos normales y corrientes fabricados en PVC: pañales, zapatos y botas, gafas, auriculares, tejidos impermeables, piel sintética, tintas para impresora, detergentes... Están presentes en materiales de construcción, mobiliario y decoración, desde donde se liberan al aire, por ejemplo bajo los efectos de los rayos UV.
 
Al igual que el BPA, migran fácilmente a los alimentos grasos. Los quesos son una de las categorías de alimentos más afectadas.
 
Cada año se producen en el mundo millones de toneladas de BPA y ftalatos que se localizan hasta en hormigas de las regiones más aisladas de la selva amazónica.

Así es como la tragedia se ha ido desarrollando con los años de la mano de la indiferencia y a veces incluso la complicidad de los poderes públicos. Y no podemos cerrar los ojos. Por uno mismo y por nuestros seres queridos, claro está, pero también por el bien común de todos necesitamos saber defendernos de estos disruptores endocrinos, en primer lugar entendiendo bien las amenazas que representan para la salud.


Pero entonces, ¿qué son los disruptores endocrinos?
 

Se trata de moléculas químicas, también denominadas xenohormonas, que pueden modificar la producción, secreción o eliminación de las hormonas naturales y/o actuar en su lugar en sus receptores.

Eso mismo hacen, por ejemplo, las xenohormonas que imitan los efectos de los estrógenos. Esto explica que puedan modificar la identidad sexual de un bebé in utero, desencadenar malformaciones genitales, trastornos psicoconductuales, infertilidad y cáncer de tipo hormonodependiente.


El plaguicida clordecona


La clordecona, un plaguicida organoclorado que se utiliza principalmente contra un parásito de los bananeros, ya era conocido en los años setenta como un COP (contaminante orgánico persistente) tóxico y llevaba prohibido en Estados Unidos desde 1976. En 1979, la OMS había clasificado la clordecona entre los probables carcinógenos.

Francia esperó hasta 1990 para prohibirla. Según el Instituto Científico de Investigación Agronómica de Francia (INRA en sus siglas en Francés), en aquel país, hoy día:
 
• Los suelos, las aguas superficiales y las aguas subterráneas tienen unas concentraciones… ¡100 veces superiores a la norma!
• Los alimentos contaminados son la carne, el pescado y el marisco, el ganado vacuno, las aves, los tubérculos y, en menor medida, los productos vegetales que crecen cerca del suelo: cucurbitáceas, lechugas, cebolletas, cebollas…
• Encontramos clordecona en la sangre del 66.8% de las personas sanas y en el 68.7% de las personas enfermas.
• El número de nacimientos prematuros se ha incrementado.
• La clordecona está presente en la leche materna del 40% de las mujeres.
• La población más afectada son los niños de entre 3 y 5 años.
• El riesgo de cáncer de próstata de las personas con unos niveles más altos se multiplica por 2,5.
• En las regiones sobreexpuestas, el Instituto nacional de vigilancia sanitaria observa una “notable sobreincidencia del mieloma múltiple”.


¿Cuáles son las consecuencias en nuestra salud?


Cientos de disruptores endocrinos invaden el aire, el agua, los alimentos, las viviendas, el transporte, los lugares de trabajo, los cosméticos y hasta los juguetes contaminando desde a animales, mujeres, hombres, mujeres embarazadas, fetos, bebés, niños…

Pero, ¿qué cambios provoca eso en nuestras vidas? En las mujeres embarazadas, los fetos y los niños, los daños son múltiples. La exposición a los interruptores endocrinos es un factor de:

• Abortos espontáneos.
• Patologías del desarrollo del embarazo.
• Malformaciones, sobre todo genitales, y trastornos de la diferenciación sexual.
• Vulnerabilidad a las infecciones.
• Un mayor riesgo de alergias e intolerancias alimentarias.
• Un aumento del riesgo de sobrepeso y diabetes.
• Retraso del desarrollo del feto, incluido el desarrollo cerebral.
• Disminución del CI.
• Un aumento del riesgo de hiperactividad y autismo.

La exposición a los parabenos (que todavía pueden encontrarse en gran cantidad de cosméticos e incluso medicamentos) es un factor de retraso del desarrollo del feto; los éteres de glicol presentes en el disolvente de numerosos productos del hogar, las pinturas, etc., aumentan el riesgo de abortos espontáneos, malformaciones (sobre todo genitales) e infertilidad.

El 4MBC, que imita al estrógeno y está presente en las cremas y aceites para el sol no ecológicos, produce malformaciones genitales en los animales. Está fuertemente involucrado en los problemas de diferenciación sexual de los peces y otros habitantes de arrecifes y costas turísticas en donde se bañan turistas que piensan que con esos productos están protegidos.
 
Una exposición a los PCB y a varios plaguicidas se asocia con una disminución de la fertilidad, retrasos en el crecimiento y malformaciones.

Algunos disruptores endocrinos

• Hidrocarburos Aromáticos Policíclicos (HAP) tales como humo de cigarrillo, vapor de gasóleo, barbacoas, etc.
• Ftalatos (plásticos blandos, botellas de aceite, PVC, etc.).
• Bisfenol A (envases para alimentos, tarrinas de margarina, revestimientos de las latas de conservas, tickets de compra, etc.).
• Difenilos Halogenados (desinfectantes).
• PCB (ríos, peces).
• DDT (plaguicida prohibido, pero con efecto residual en el medio ambiente, y que se encuentra en la carne), atrazina, etileno, tiourea, heptacloro, lindano, clordano, malatión, etc.).
• Alquifenoles (detergentes, plásticos, plaguicidas, etc.).
• Parabeno (cosméticos, medicamentos, etc.).
• 4MBC (cremas y aceites para el sol).
• PBDE (polibromodifenil éteres: retardantes de llama presentes en alfombras, relleno de cojines, tejidos, sábanas, coches, televisores, etc.).


Otros disruptores endocrinos probables:
 
• Benceno
• Xileno
• Estireno
• Éteres de glicol
• Metales pesados como el plomo y el mercurio
 

¡También los medicamentos!


Por otra parte, nuevos estudios han llevado a descubrir los efectos como disruptores endocrinos de determinados medicamentos tales como el paracetamol, que aumenta los riesgos de malformación en las mujeres embarazadas, y metales pesados como el plomo (este neurotóxico resulta asimismo reprotóxico al ser factor de alteración de la espermatogénesis) y el mercurio.

En la reserva de indios americanos de Aamjiwnang, en el corazón del “Chemical valley” de Canadá, se sospecha que productos como el mercurio, las dioxinas o los PCB son responsables de la modificación del índice de masculinidad (razón de sexo) detectado: un estudio realizado por la universidad de Ottawa ha demostrado que el ratio al nacer ha pasado de 1 niño por cada niña en 1984 a 1 niño por cada dos niñas en 1999.

Además, el porcentaje de abortos es del 39% frente al 25% habitual, y el 23% de los niños menores de 16 años sufren TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad) en lugar del 4% habitual.

La frecuencia de la hiperactividad, problema asociado a una hipersensibilidad al estrés, disfunción del control de los impulsos y que puede derivar en déficit de atención, también ha experimentado un crecimiento exponencial.

La frecuencia de los trastornos del espectro autista ha explotado: de 400 a 2,900 en los países industrializados.
 
Numerosos estudios han demostrado una importante correlación entre una alta contaminación del aire y el riesgo de autismo; por ejemplo, si las mujeres embarazadas han vivido a 300 metros o menos de una autopista, el riesgo se multiplica por dos.

Otros han podido relacionar la exposición a los plaguicidas y a los aditivos alimentarios con este riesgo.

Estas patologías forman parte de una lista de enfermedades cuya incidencia ha crecido considerablemente en estas últimas décadas, al igual que las patologías inflamatorias digestivas como la enfermedad de Crohn, el sobrepeso y la diabetes y casi todos los tipos de cáncer, lo que apunta a factores medioambientales.

Los disruptores endocrinos alteran la permeabilidad digestiva y son proinflamatorios, algo común a todas estas patologías.

No pueden ser más que un cofactor, puesto que todas las enfermedades se deben a múltiples factores, pero un cofactor con un peso, según los estudios, cada vez mayor.

De esta manera, los disruptores endocrinos se clasifican a día hoy entre los 10 primeros factores de sobrepeso y diabetes.

El clorpirifós, el plaguicida más utilizado contra las cucarachas, reduce el volumen de la corteza cerebral y genera trastornos de atención, del lenguaje, de las relaciones sociales y del control de los impulsos.

El lindano, un plaguicida que se lleva utilizando de forma masiva desde hace más de medio siglo, no solamente en la agricultura para tratar las semillas, los cultivos, los árboles, los suelos y el ganado, sino también en la industria y también en el tratamiento de la sarna, las garrapatas y los piojos (sobre todo en polvos y champús con los que hemos embadurnado a los niños) es:

• Neurotóxico (para el sistema nervioso).
• Hepatóxico (para el hígado).
• Nefrotóxico (para el riñón).
• Descompensador de epilepsia.
• Interruptor endocrino.
• Promotor de cáncer.

Unos investigadores han analizado los niveles de exposición prenatal a los retardantes de llama (PBDE), midiendo la concentración en la sangre del cordón umbilical al nacer. A continuación han estudiado el desarrollo neurológico de los niños, primero entre los 12 meses y los 4 años de edad, y después a los 6 años.

Los niños que al nacer presentaban las concentraciones más altas de PBDE obtenían los resultados más bajos en las pruebas de desarrollo físico y mental realizadas entre los 12 meses y los 6 años de edad.

Estos efectos en el desarrollo destacaban especialmente a la edad de 4 años, momento en el que los resultados de las pruebas del CI y de la aptitud verbal se vieron reducidos entre 5.5 y 8 puntos en aquellos niños que habían tenido la exposición prenatal más alta.

Un estudio realizado en 2013 para identificar los riesgos a los que están expuestos los hijos de las cajeras a través de los tickets que contienen bisfenol A identificó cuatro tipos de efectos en los niños que van a nacer, que afectan a la glándula mamaria (mayor riesgo de cáncer), el cerebro (retrasos en el aprendizaje), aparato reproductor femenino (quistes en los ovarios y alteración del ciclo menstrual) y metabolismo (obesidad, colesterol).

El xileno, otro derivado del benceno, ampliamente utilizado (450.000 toneladas al año sólo en Estados Unidos) en las industrias de impresión, del caucho y del cuero para producir ftalatos, también se utiliza para limpiar, como plaguicida y como disolvente para la pintura así como en la pintura y el barniz, y sobre todo en los rotuladores indelebles.

Está presente en pequeñas cantidades en el combustible para aviación y en la gasolina. Las emisiones por país en el medio ambiente ascienden a miles de toneladas al año.
 
Los estudios realizados con animales muestran que unas concentraciones altas de xileno implican un aumento del número de animales que nacen muertos, así como retrasos en el crecimiento y el desarrollo.

En muchos casos, estas mismas concentraciones también tienen efectos negativos en la salud de las madres.

El efecto que tienen las exposiciones de la madre a pequeñas concentraciones de xileno en el feto no se conoce al día de hoy. Hay estudios que observan alteraciones en el cerebro y en la memoria. En cualquier caso, el xileno se utiliza en medicina; forma parte de la composición de las gotas para los oídos que se emplean para ablandar los tapones de cera.




 
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